Banderas de Escacena del Campo
Escacena del Campo
Ayuntamiento de España
Bandera
Escacena del Campo
Localización de Escacena del Campo en España.
Escacena del Campo
Localización de Escacena del Campo en la provincia de Huelva.
País España
• Com. autónoma Andalucía
• Provincia Huelva
• Región Campo de Tejada
Localización 37°24?32?N 6°23?23?OCoordenadas: 37°24?32?N 6°23?23?O
• Altitud ciento setenta y tres msnm
• Distancia sesenta y uno km a Huelva
Superficie ciento treinta y seis km²
Población dos mil noventa y cinco hab. (dos mil quince)
• Densidad quince con treinta y uno hab./km²
Gentilicio Escacenero, ra
Distrito postal veinti mil ochocientos setenta
Regidor (dos mil quince-) Eulogio Burrero Salazar (A.E.V.E.-Agrupación de Votantes Vecinos de Escacena)
Patrona Virgen de la Luna
Sitio Ayto. de Escacena del Campo
Escacena del Campo es un ayuntamiento de España de la provincia de Huelva, Andalucía.
Extensión y Población
En el año dos mil catorce contaba con dos mil ochenta y dos habitantes. Su extensión superficial es de ciento treinta y seis km² y tiene una densidad de quince con treinta y uno hab/km². El término municipal tiene trece y quinientos treinta y seis hectáreas.
Geografía
Sus coordenadas geográficas son 37º 24′ N, 6º 23′ O bien. Se halla ubicada a una altitud de ciento setenta y tres metros y a sesenta y uno quilómetros de la capital de provincia, Huelva.
El núcleo de Escacena del Campo, muy cerca del límite provincial con Sevilla, se encuentra emplazado sobre un pequeño cerro o bien «cabezo» que domina la campiña. Presenta una forma muy irregular, estrecho y alargado, con prácticamente cuarenta quilómetros de Norte a Sur. Limita al norte con El Madroño; al este, con Aznalcóllar, Sanlúcar la Mayor y Castilleja del Campo; al sur, con Chucena y Manzanilla; y al oeste, con Paterna del Campo y Berrocal.
Pascual Madoz (mil ochocientos cuarenta y cinco) nos afirmará de Escacena que «el terreno es liso, tierra calma de tarea y en una parte de montes y de sierra que forman cordillera al Norte de la población y a 2 leguas de distancia; en lo general, es tenaz y de secano, habiendo cara el lado en que están las ruinas de Tejada ciertas huertas que se riegan con las aguas del arroyo de Chardachón y otras; en nuestros días se roturan ciertas tierras en la falda de los montes, los que proveen a la villa del comburente necesario».
La manera del término, su historia geomorfológica y la combinación de elementos naturales y humanos dan como resultado que Escacena del Campo se halle entre 2 unidades paisajísticas muy contrastadas: el Andévalo y la Campiña. En frente de la mayor orografía, antigüedad de los terrenos, suelos pizarrosos y zonas frondosas de la primera, la campiña es de capacitación geológica reciente, con suelos areniscos y arcillosos y campos cerealísticos, salpicados con olivos.
Historia
Orígenes
La ocupación humana de este territorio se remonta al segundo milenio antes de Cristo Se trataba de una sociedad esencialmente agropecuaria, de escasas relaciones con los minerales (Piñón, F, mil novecientos ochenta y seis). Mas los primordiales yacimientos arqueológicos se corresponden con Tejada la Vieja y Tejada, ubicadas al Norte del presente núcleo de Escacena, y datada la primera en el siglo IX antes de Cristo (Márquez, M., mil novecientos noventa y tres, cinco). Los orígenes de Escacena están muy ligados a los asentamientos de Tejada, Por consiguiente, es preciso hacer un breve repaso por los orígenes y devenir histórico de semejantes poblados, ocupados desde tiempos protohistóricos hasta la Baja Edad Media.
Tartesos
El poblado de Tejada La Vieja se transformó en un centro comercial y metalúrgico de cultura tartéssica. Se testimonia en él la presencia de murallas, útiles, residencias y un cuidado viario. Dominaba el acceso de un área minera y metalúrgica, centrada en la obtención, manipulación y comercialización de la plata, el cobre y el plomo de la Sierra de Tejada y, minas de Aznalcóllar y la Cuenca Minera de Riotinto (Blanco A., y Rothemberg, B., mil novecientos ochenta y dos). Desde Tejada La Vieja se procedía al transporte del mineral para el embarque en el río Guadiamar, por entonces navegable, o bien de manera directa cara la costa, donde se han encontrado restos de un poblado de afín cultura y datación: San Bartolomé de Almonte.
En la compilación «Huelva y el Arte» se afirma de este viejo yacimiento: «…abarca una superficie de prácticamente doce hectáreas y está rodeado por una muralla con bastiones, las paredes de esta son de talud, con una altura aproximada de 3 metros, ofertando una forma trapezoidal. Su técnica edificante es de factura oriental. Se efectuó levantando 2 paredes de mampuestos, y se rellenó el espacio entre ellas con piedras y tierra.»
Fenicios
Su fama alcanzará a los fenicios, expectantes de buscar productos minerales y comerciar con los pobladores del sitio. Estos convergerán culturalmente con los pobladores nativos y, con su presencia, Tejada la Vieja alcanzará su máximo esplendor entre los siglos VII y V a. de C.
Desde ese momento se genera un declive de este comercio minero-metalúrgico por la carencia de demanda de plata por la parte de los pueblos orientales, especializándose las generaciones siguientes en actividades agropecuarias. Por esta causa cobra mayor relevancia otro núcleo muy próximo del primero: Tejada La Nueva. Pese a que a lo largo de un periodo fueron contemporáneas, el esplendor de este núcleo determinará el declive progresivo de Tejada La Vieja, cuyos pobladores la abandonarán lenta y pacíficamente, consumándose su desaparición a mediados del siglo IV a. de C. (Fernández Jurado, J., mil novecientos noventa). Se emplaza este nuevo poblamiento en una zona topográfica más llana, inmersa en la feraz Campiña, localizada en lo que el día de hoy se conoce como Aldea y Huerta de Tejada.
Temporada romana
A lo largo del dominio de la ciudad de Roma, desde el siglo II a. de C., la urbe de Tejada la Nueva o bien Ituci, como por entonces se conocía y se nombraba en los textos, era una de las más esenciales del Bajo Guadalquivir, como manifiesta la acuñación de monedas que, curiosamente, mostraban caracteres latinos y púnicos. Ello señala una antigüedad y unas relaciones intensas precedentes con los pueblos cartagineses. Antonio Delgado, en su obra Medallas autónomas españolas (mil ochocientos setenta y tres), nos habla de 3 monedas diferentes que se acuñaban.
Este territorio padece una intensa romanización y se observan intensas relaciones comerciales con la urbe de Itálica en las márgenes de aquel río. Asimismo se han hallado restos de un viejo acueducto que conducía las aguas desde las proximidades de Ituci hasta Itálica. Aparte de Tejada, hay constancias arqueológicas, de esta temporada, de un poblamiento de «villas» rústicas o bien pequeños caseríos, en los rincones ahora conocidos como Fuente Seca, El Pelandrero, Cerro de las Laderas, Prado Luna y asimismo en el fuerte de El Castrejón. Exactamente, en frente de otras teorías que hacen hincapié en un origen árabe, Gordon, M. y Ruhstaller, S. (mil novecientos noventa y dos) sostienen, siguiendo la tesis de R. Menéndez Pidal, que la manera primitiva del nombre de Escacena vendría de «villa»» Scatius, de procedencia romana, y que sería una forma toponomástica o bien sufijo para designar el nombre de una «villa» o bien caserío rural romano. El topónimo «Campo» se agregó después al de Escacena por encontrarse situada en el Campo de Tejada.
Temporada musulmana
Tras un periodo de decadencia con las invasiones salvajes, este núcleo logra un cierto esplendor con los musulmanes, especialmente si se tiene presente la decadencia de la vecina Itálica. Silverio Escobar afirmará de Tejada: «En tiempos de los árabes fue urbe esencial, llamándola Thaliatha, y en ella había régulos independientes cuando la Reconquista, siendo entonces metrópoli de extenso territorio, conocido ahora bajo el nombre de Campo y Sierra de Tejada. El despoblado conserva todavía sus torres y muros árabes, y a poca distancia, en la vertiente de la Sierra, hay ruinas de esta población vieja que llaman Tejada La Vieja (Tucci)» (Escobar y Salazar, diecinueve diez, nueve)
La larga impronta del hombre por medio de Tartessos, fenicios, romanos y árabes hacen de las dos Tejadas muy importantes yacimientos arqueológicos, que atraen las miradas de curiosos y, sobre todo, de estudiosos de la Historia y la Arqueología. Hasta el instante, los trabajos arqueológicos se han centrado más en Tejada La Vieja y menos en La Nueva. De la primera, Jesús Fernández Jurado (mil novecientos noventa) nos afirmará que «escribir sobre esta urbe protohistórica es hacerlo sobre uno de los más esenciales yacimientos arqueológicos de la llamada temporada protohistórica».
Despoblamiento
El progreso y devenir de Escacena del Campo se genera de manera lenta mas irrefrenable, desde la Edad Media, conforme se asiste a un despoblamiento de Tejada La Nueva por la parte de los musulmanes, quizá por los efectos en la pésima salubridad que produce un emplazamiento en zona bajísima, habitualmente anegada. En las cercanías existían mejores localizaciones para el emplazamiento, en los cerros o bien alcores, lugar desde el que se dominaba la campiña y la ventilación era mayor. Por esta razón se comienza, ya a lo largo del dominio musulmán, un traslado masivo de su población creando o bien desarrollando nuevos núcleos.
La crisis demográfica de Tejada se agudizará con la conquista cristiana. Va a ser Escacena, al lado de Paterna, Manzanilla, Castilleja o bien Chucena, una de las primordiales herederas de Tejada, que va a aprovechar, aparte de una buena parte de su población, sus piedras para la construcción de edificios. Al comienzo no sería más que un conjunto de casas de labriegos, mas de forma lenta va a tomar auténtico empaque como pueblo.
Reconquista
La conquista de la Tejada árabe y su Campo se genera en mil doscientos cincuenta y tres bajo el reinado del rey castellano Alfonso X, entrando a ser parte como tierra de realengo de la urbe de Sevilla. Pacificada la zona, en el Libro del Repartimiento de Sevilla y su tierra se habla de la existencia en Tejada de «73 pares de casas, aranzadas de tierra, pan, viña y huerta». Mas asimismo se nombra ya, e inclusive con mayor riqueza económica, a un incipiente «lugar» de Escacena «con diez.000 pies de olivo y novecientos aranzadas de tierra» (Escobar y Salazar, S., mil novecientos diez, p. noventa y nueve).
Unos siglos después, consumada la total desaparición de Tejada, el censo o bien ltinerario de Hernando Colón, de mil quinientos cuarenta y uno, refleja una población para Escacena de trescientos cincuenta «vecinos que van a ser unos quinientos en mil quinientos setenta y cinco, lo que viene a representar una población real de prácticamente dos mil quinientos habitantes.