Banderas de Cedillo del Condado
Cedillo del Condado
Ayuntamiento de España
Bandera
Cedillo del Condado
Localización de Cedillo del Condado en España.
Cedillo del Condado
Localización de Cedillo del Condado en la provincia de Toledo.
País España
• Com. autónoma Castilla-La Mácula
• Provincia Toledo
• Región La Sagra
• Partido judicial Illescas
Localización 40°06?50?N 3°55?32?OCoordenadas: 40°06?50?N 3°55?32?O
• Altitud seiscientos cuarenta y seis msnm
• Distancias treinta y cinco con dos km a Toledo
cuarenta y ocho con siete km a la capital de España
seiscientos sesenta y seis km a Barna
trescientos ochenta y tres km a Valencia
cuatrocientos setenta y cuatro km a Sevilla
Superficie veintiseis con cuarenta y cinco km²
Fundación mil ciento cincuenta y dos
Población tres mil seiscientos cuatro hab. (dos mil quince)
• Densidad ciento treinta y ocho con quince hab./km²
Gentilicio Cedillano, na
Distrito postal cuarenta y cinco mil doscientos catorce
Pref. telefónico novecientos veinticinco
Regidor (dos mil once) Luis Andrés Martín Carrasco
Presupuesto 1.750.447 euros (año dos mil trece)
Patrón San Antonio
Patrona Nuestra Señora de la Natividad
Sitio www.cedillodelcondado.es
Situación en la provincia.
Cedillo del Condado es un ayuntamiento de España de la provincia de Toledo, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mácula. Situada en la región de la Sagra Alta, recibió la Carta Puebla en el año de mil ciento cincuenta y dos por el conde Manrique de Lara.
Toponimia
La teoría más admitida es que el término de «Cedillo» podría derivarse de «Cidello», nombre con el que aparece por vez primera Cedillo del Condado en un documento de mil ciento cincuenta y dos (su carta puebla), y que es el diminutivo de «»Cid»» o bien «»Seid»», con lo que su significado sería «»pequeño señor»». Sin embargo, se ha relacionado este primer nombre de «Cidello» con el de un conocido médico Judío de la corte de Alfonso VI, apodado «Cidiello», si bien su nombre era Jusef Ibn Ferrusiel, no siendo absurda esta hipótesis.
Geografía
El ayuntamiento se halla ubicado en una llanura de la región de La Sagra. Linda con las poblaciones de El Viso de San Juan, Illescas, Yuncos, Yuncler, Villaluenga de la Sagra, Recas, Lominchar y Palomeque, todas y cada una de Toledo.
El término de Cedillo del Condado se trata de un terreno más bien plano, si bien salpicado de pequeños cerros y bajas colinas, con esenciales plantaciones de olivo y, sobre todo, de cereales y parra. No lo cruza ningún río, si bien existen múltiples riachuelos con mayor o bien menor caudal, ciertos de ellos secos a lo largo de todo el año.
Este terreno se asienta en arcillas del Mioceno, no siendo difícil lograr la capa freática, con lo que las huertas siempre y en todo momento han sido numerosas en el término de Cedillo del Condado pese a la no existencia de grandes cursos fluviales.
Historia
Orígenes
Nada se sabe del origen de Cedillo del Condado, por lo menos de su primera población. Sin embargo, se le consta que Tocenaque era un pueblo mozárabe, y es convocado ya en mil doscientos treinta y nueve como la «Alameda de Tocenaque». El día de hoy, dicho rincón se halla en el término municipal de Cedillo del Condado.
Ya las tribus prerromanas estaban asentadas por esas tierras. De este modo, el reciente descubrimiento del yacimiento de “El Cerrón”, en el término de Illescas, mas a escasa distancia del núcleo poblacional de Cedillo, con esenciales restos arqueológicos, dan fe de esa circunstancia. Se trata de un santuario carpetano de la segunda edad del hierro, de entre los siglos IV y II ya antes de Jesucristo.
Este poblado volvió a ocuparse en temporada medieval, probablemente por los árabes, al haberse encontrado inscripciones en este idioma, al lado del arroyo de «Las 2 Villas». En todo caso el término de Cedillo se halla ubicado en el corazón de la Carpetania.
Asimismo los romanos tuvieron presencia próxima. Prueba de ello son las lápidas y también inscripciones aparecidas en pueblos de la zona, Casarrubios del Monte y Recas entre los más próximos, como la existencia de caminos de esa temporada, como el que unía Azaña (el día de hoy Numancia de la Sagra) y Esquivias. Y, evidentemente, no se puede pasar por alto, tanto por su proximidad como por su relevancia, el descubrimiento de la Basílica romana (la más vieja descubierta hasta el momento en España) y de la Villa lindante, sitas en el término de Carranque, a pocos quilómetros de Cedillo del Condado, atribuidas a Materno Cinegio.
Consta que los musulmanes asimismo estuvieron por la zona, en parte con asentamientos estables, en parte con consecutivas aceifas, provocadas no solo por ser tierra de frontera con los cristianos, sino más bien por el carácter levantisco de Toledo a lo largo de todo el califato. Los castillos de Olmos (el día de hoy en el término de El Viso de San Juan y de Canales, (el día de hoy ya desaparecido, formando una parte del término municipal de Lominchar) de esta forma lo testimonian, Abderramán III campó el dieciocho de julio del año novecientos treinta y nueve al lado del castillo de Olmos, padeciendo al poco, en el mes de agosto, la derrota de Simancas, estando ubicado en aquellos tiempos el término de Cedillo en la llamada Frontera Media, bajo control musulmán.
En el año mil ochenta y seis, el Rey Alfonso VI conquistó Toledo, pasando el territorio de Cedillo del Condado a ser cristiano, y también incorporado a la corona de Castilla, repoblándose La Sagra en su conjunto y padeciendo las consecutivas razzias musulmanas hasta el momento en que la frontera se desplazó cara el sur.
Carta Puebla
Si bien no se tiene certidumbre de la primera población de Cedillo, prácticamente de forma segura precedente a la data de su carta puebla, es en esta donde aparece mentado por vez primera. Estas «»cartas pueblas»» no eran sino más bien documentos de donaciones de propiedades a aquellas personas que se atreviesen a asentarse en lugares parcialmente peligrosos, por encontrarse cerca de las marcas fronterizas o bien, desaparecidas estas, como terrenos sin dueño y de alguna manera desiertos, para repoblarlos.
La carta-puebla de Cedillo se da en el año mil ciento cincuenta y dos por el Conde Manrique de Lara; no está claro si la da como dueño que cede lo propio, o bien más bien en calidad de tenente de la urbe de Toledo, lo que semeja más probable. Dicha carta puebla está redactada en Latín, y su traducción sería más o menos la siguiente:
Cristo. En el nombre de Dios y en su gracia. Yo, el Conde Amalrico, hago carta de donación a los pobladores de Cidello de esta aldea a fin de que siempre y en todo momento y sus hijos y toda la generación que de ellos proceda hayan y tengan y tengan con derecho hereditario perpetuo y hagan de aquella heredad lo que quisiesen, dar o bien vender a quienquiera que quisiesen a salvo no obstante de mi juro. Esto es, para ti Pedro Negro una heredad de 4 yugadas. Para Santa María una heredad de 2 yugadas. Para Benedicto una heredad de una yugada. Para Pelayo Garganta, esta por 3 yugadas. Para Enego Pascual, la heredad que tiene. Para García, la heredad que tiene. Para Cristóbal, la heredad que tiene. Sem Ferro, la heredad que tiene. Pascual Flain, con su heredad. Domingo Blasco, la heredad que tiene. Pedro Domingo, con una yugada. Enego Domingo y Blasco Domingo, la heredad que tiene (sic.). Benedicto Juan Mezmunde, una yugada. Raimundo de Fontanelas, Pedro sobrino de Pedro Negro. De igual modo, hago carta a los de Balaguera. Valerio Enego en Balaguera, una heredad por 3 yugadas. Para Pedro Juan, la heredad que tiene. Para Nuño, de exactamente la misma manera. Castellano, Pedro Peláez, Don Polo, Pedro Longo. Padre de Pedro Peláez. Carta hecha en el mes de febrero en la era de mil ciento noventa. Siendo Alfonso Emperador de Toledo y también dominando en toda España. Alcaide en Toledo, Uter Roiz. Alguacil, Esteban Abenbrán. Alcaldes, Antolín Negro, Julián de Capello.
Carta Puebla de Cedillo del Condado, mil ciento cincuenta y dos d.C. (traducción del original en Latín), Libro Becerro Primero de la Catedral de Toledo, Fichero Histórico Nacional, Folio setenta y uno vuelto.
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Por lo tanto, tenemos un sitio con carta-puebla concedida por el Conde Manrique de Lara, al que se da en la carta de donación el nombre latino de Amalricus (o bien Amalrico, en traducción directa al castellano), un pueblo con nombre árabe mas con posible conexión con un médico judío y con población mezclada.
Del siglo XIII al XV
Se tiene nuevamente noticias de Cedillo en mil doscientos once con motivo de un litigio-homenaje a la Orden de la ciudad de Santiago por la parte de D. Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín, quien en el portal de la Iglesia de Cedillo dio a dicha Orden el castillo de santa María de Albarracín, frente al entonces rey de Castilla Alfonso VIII, quien se encontraba en Cedillo así como Pedro Arias, maestre de la Orden de la ciudad de Santiago.
En tal escritura de litigio-homenaje se mienta que Cedillo del Condado pertenecía a la Orden de San Juan de Jerusalén; se sabe que en mil doscientos dieciseis dicha orden había dado fuero a Cedillo; no obstante, pocos años después, los hospitalarios permutaron la aldea de Cedillo por la villa de Rioseco a favor de Abril García, que se transformaría de este modo en el primer señor civil feudal de Cedillo, aunque no era con derecho de traslado a sus sucesores.
Apenas sesenta años tras la carta de población, ya existía construido una iglesia en Cedillo. Si bien ignoramos sus peculiaridades, es más que probable que se levantara en exactamente el mismo sitio que el presente.
No se vuelve a tener noticias de Cedillo hasta el siglo XV. En las guerras nobiliarias en que los nobles se encararon al rey y su valido D. Álvaro de Luna, hubo un episodio en el que los partidarios de la nobleza castellana, con el infante D. Enrique de Aragón, el almirante de Castilla y el conde de Benavente a la cabeza, se dirigieron a Cedillo para observar las tropas del arzobispo de Toledo D. Juan de Cerezuela. En Cedillo se reunieron con las tropas que venían de Casarrubios, dirigidas por Pedro de Quiñones y Rodrigo Manrique, y partieron cara Illescas, aunque jamás entraron en combate, puesto que se limitaron a cercar al prelados desde los pueblos de los aledaños, hasta el momento en que este partió cara la capital española, instante en que los coaligados le persiguieron, dirigiéndose en exactamente la misma dirección.
El diez de abril de mil cuatrocientos cuarenta y cinco, Juan II dio la villa de Cedillo, así como los lugares de Humanes, Huecas, Peromoro y Guadamur, a D. Pedro López de Ayala, segundo hijo del canciller mayor de Castilla del mismo nombre. Esta donación tenía como antecedente el compromiso real, dado el cuatro de septiembre de mil cuatrocientos cuarenta y cuatro, de conceder de forma perpetua trescientos vasallos al dicho D. Pedro. Sin embargo, esta entrega no se hizo sino más bien tras muchas polémicas, pues D. Pedro Sarmiento, nombrado Regidor Mayor de Toledo (privándose de este modo a D. Pedro López de Ayala de tal cargo), enconó la entrega de tales lugares hasta el momento en que el catorce de mayo de mil cuatrocientos cuarenta y seis se firmó la concordia de Astudillo, y el día después Juan II ordenó la entrega de los lugares antedichos. No obstante, D. Pedro Sarmiento y el concejo toledano prosiguieron negándose a cumplir dichas órdenes. Prueba de esta oposición es que, en una carta de 1 de febrero de mil cuatrocientos cuarenta y siete de Juan II al concejo toledano, había vuelto a ordenar la entrega o bien devolución a Pedro López de la jurisdicción de los referidos lugares, donde semeja que D. Pedro ya había nombrado oficiales y había ordenado levantar horcas («señor de horca y cuchillo»).
Se repitieron exactamente las mismas órdenes el catorce de noviembre de mil cuatrocientos cuarenta y siete y diez de octubre de mil cuatrocientos cuarenta y nueve hasta el momento en que, al fin, se genera la entrega en mil cuatrocientos cincuenta. No obstante, no muchos años después, otro Pedro López de Ayala, esta vez el segundo conde de Fuensalida y segundo señor de Cedillo (Constructor del Castillo de Guadamur), vendió esta última villa a D. Hernando Álvarez de Toledo por el costo de un millón de maravedíes enriqueños, el cuatro de enero de mil cuatrocientos ochenta y siete. En tal escritura se le da ya a Cedillo el tratamiento de Villa, pese a que, al cedérsela el Rey a los López de Ayala, muchos habitantes abandonaron el pueblo.